10 de diciembre de 2023

Sonia García Erias

Un día trabajando en su primer trabajo como teleoperadora, empezó a notar que las piernas y pies se le adormecían pero no lo asoció a nada grave, dado que tenía 21 años. Estuvo varios días con esa sensación e incluso meses con síntomas como problemas de visión, entumecimiento y hormigueo en las manos, y otros síntomas que después asoció a la EM. Los síntomas se agravaron cuando un día conduciendo pensó que su coche no frenaba, pero resultó ser su pierna la que no se movía porque la tenía completamente dormida. Y al día siguiente, estando sentada en la cafetería durante el descanso del trabajo, de repente cayó al suelo sin esperarlo debido a que tenía otra vez las piernas sin sensibilidad. Fue en ese momento en el que supo que algo raro estaba pasando en su cuerpo, acudió a urgencias de nuevo y esta vez, por fin la tomaron en serio. Estuvo ingresada para la realización de pruebas que finalmente, le dieron el diagnóstico de esclerosis múltiple. Cuando le pusieron los bolos de corticoides para frenar los síntomas en ese momento, tuvo una reacción alérgica tan fuerte que casi termina con su vida. Fue algo totalmente inesperado porque en el hospital nunca hubo nadie que fuese alérgico a un tratamiento que es antialérgico, por lo que unos días más tarde tuvieron que volver a probar a ponerlo pero de una forma muy supervisada para confirmar su alergia. En efecto, se confirmó su alergia a las sales de la 6 metilprednisolona es decir no le podían poner los bolos de cortisona. Esto complicaba su situación respecto a la medicación para frenar el brote e incluso un médico le dijo que no volvería a caminar. Quisieron trasladar el ingreso a otro hospital para realizar rehabilitación pero ella pidió la posibilidad de hacer el tratamiento de rehabilitación desde casa porque le estaba costando mucho asimilar todo lo que estaba viviendo.

Al principio, fue un bajón emocional porque su vida en ese momento se paralizó pero ella no perdió la esperanza de que los médicos se equivocaron con su diagnóstico y algún día le darían la noticia de que había sido todo un error. Por otra parte, ella y todo su entorno no conocían la esclerosis múltiple y creían que su diagnóstico se trataba de ELA. Y cuando se informó adecuadamente y supo que no era lo mismo, empezó el proceso para llegar a aceptar su enfermedad y vivir con ella. Fue un proceso largo porque estuvo un año y medio siendo una persona bastante dependiente, pero gracias al apoyo que le brindaban sus familiares y amistades cercanas, Sonia empezó a adaptar todo aquello que quería realizar para poder hacerlo sin un sobreesfuerzo perjudicial para ella.  Por eso, aprendió a valorarse a sí misma y ser su prioridad, por lo que actualmente no ha dejado de hacer actividades adaptadas que le hacen sentir valiente como puenting, parapente, vela, esquí y regatas. 

También tuvo que pasar por un cáncer y eso en conjunto con la EM, hizo que su mentalidad cambiase a mejor, valorando aquellas cosas buenas que tiene y restando importancia a aquellas cosas que no merece la pena que afecten en su ánimo. Además, nos asegura que “cuando vienen los problemas, te das cuenta de quiénes están” haciendo referencia a que su situación también le ayudó a seleccionar la compañía.

En la actualidad, ella vive el momento y valora a las personas que realmente le aportan en su vida y tiene en cuenta su salud mental ante todo, rebajando siempre los niveles de estrés y manteniendo una vida que le ofrezca tranquilidad mental. Está muy agradecida por toda su evolución personal porque pasó de ver la enfermedad como su enemiga a verla como su “amiga pesada” con la que debe cargar como una mochila y aguantarla cuando tiene problemas, pero a la vez la quiere porque es parte de ella y de su vida. Por lo que debe cuidarla con amor y eso significa cuidarse a ella misma. 





 

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