HISTORIA 14: EVA MARÍA REDONDO MORENO

 


HISTORIA 14: EVA MARÍA REDONDO MORENO 

Difícil pregunta la de qué sientes al recibir el diagnóstico… 

Cómo plasmar un sentimiento, una reacción en un papel sobre algo tan importante. No es nada fácil, sobre todo cuando eres una persona que ya ha sido diagnosticada anteriormente con otra enfermedad autoinmune.

Mi caso no es tan común como el de otras personas a las que se le ha diagnosticado la enfermedad, ya que unos años atrás diagnosticaron con esta enfermedad a mi prima (por parte de madre), y unos años después a mi hermana gemela. En el momento del diagnóstico de mi hermana gemela sentí como se me desgarraba el alma, vinieron a mí tantos miedos, tantas preguntas sin respuestas… en ese momento se me cayó el mundo. Con una preocupación y una inquietud constante me decidí a investigar un poco sobre la enfermedad y encontré que, si un gemelo tiene Esclerosis Múltiple el otro tendría un riesgo del 25% de desarrollarla, y ahí entro yo, en ese 25%.

La mañana en la que mi vida dio un giro “casi esperado”, (digo casi esperado porque yo ya hacía tiempo que intuía que tenía la enfermedad), estaba en la consulta de neurología con mi marido. Allí estaba yo, mirando fijamente a la doctora, con las manos apretadas y sin parpadear, como si eso pudiera minimizar el diagnóstico que me iban a dar. Tan pronto escuché esas dos odiosas palabras “Esclerosis Múltiple”, me quedé inmóvil, intentado controlar mis emociones para que no me vieran vulnerable. Me mantuve tranquila en todo momento, aunque por dentro notaba como la congoja y rabia quería apoderase de todo mi cuerpo. Sólo quería aferrarme a la posibilidad de que encontrarían un tratamiento compatible con las dos enfermedades autoinmunes que el destino ha querido obsequiarme. Mil preguntas se amontonaban en mi cabeza, la más inquietante, ¿cómo evolucionará la enfermad?

Si me paro a pensar, aún no me he dado la oportunidad de llorar, de enfadarme con el mundo por mi mala suerte, ya que uno de mis grandes temores siempre ha sido tener que depender de alguien y desde que me diagnosticaron la enfermedad ese miedo se ha hecho más grande. Pero ¿qué hacer? Lamentarme continuamente de mi mala suerte o por lo contrario seguir adelante con mi vida, con mi familia y amigos. No tomé ni un solo segundo para dudar de la respuesta. He preferido seguir adelante con mi vida, con la rutina diaria, disfrutando de mi marido y de mis dos maravillosos hijos, que me dan fuerza todos los días.

Tengo que reconocer que te diagnostiquen esta enfermedad es muy duro, ya que te invaden muchos miedos y preocupaciones sobre cómo será tu futuro, pero tenemos la suerte de contar con una Asociación en la que te pueden asesorar con problemas de salud que irán apareciendo a lo largo de nuestra vida. 

A raíz del diagnóstico he aprendido una lección muy importante: 

“Cuídate mucho, come sano y haz ejercicio”. Qué lo hagas dependerá mucho de tu calidad de vida.






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