HISTORIA 16: JUAN CARLOS GARCÍA

 


HISTORIA 16: JUAN CARLOS GARCÍA

Me llamo Juan Carlos García, vivo en Las Palmas, soy miembro de APEM. Con 51 años recibí el diagnóstico de la esclerosis múltiple.

Yo ya conocía esta enfermedad porque mi hermana la tiene diagnosticada desde antes que yo, de hecho, sospechaba que yo también la podría estar teniendo, antes de recibir la noticia del diagnóstico, por los síntomas que estaba teniendo desde el 2016. Cuando acudí al primer médico, para presentarle cómo me encontraba y que se me dormían las piernas, en el 2016, me dijeron que tenía una pierna más alta que la otra; al no estar de acuerdo con este diagnóstico, que resultó ser erróneo, cambié de médico. En el 2018 tuve un nuevo brote, donde arrancó el avance imparable de la enfermedad. El nuevo médico de cabecera me derivo al traumatólogo, quien vio que no le correspondía lo que estaba observando que me ocurría y me derivó al neurólogo. En este momento, las pruebas tenían mucha demora entre unas y otras, pues me coincidieron con la pandemia. La resonancia completa me la realizaron en el 2021, momento en que me detectan dos lesiones en el dorsal, que podrían estar vinculadas a la esclerosis múltiple, siendo entonces cuando me comunicaron el diagnóstico definitivo por teléfono (me hubiera gustado que hubiese sido de forma presencial con el médico, al tratarse de algo tan delicado), aunque me ofrecieron la alternativa de hacerla presencial o telefónica, al no saber de qué se trataba decidí que fuese la segunda.

Al conocer el diagnóstico me sentí aliviado, por una parte, porque lograba saber lo que tenía, pero a la vez me surgieron muchísimas dudas y frustraciones por no poder realizar mi trabajo de carpintero metálico, jugar con mi hijo al baloncesto, no saber muy bien como me iba a afectar directamente la enfermedad a mí y a mi familia: cómo me va a afectar a mí y mi familia. A mi mujer la considero la “guerrera del mundo”, aunque inicialmente le costó asumirlo, fue ella quien comenzó a buscar apoyos y acudió conmigo a la asociación, sin que llegara a pasar un mes, desde tener el diagnóstico. También me resulta muy importante mi hijo, quien en el momento del diagnóstico no entendía del todo lo que pasaba, pero ha ido creciendo con ello a través de mí y ahora es, para mí, un apoyo fundamental igualmente. Desde la asociación me facilitaron una mejor visión de la enfermedad, en ningún caso percibí visión pesimista. Me dejaron muy claro que la enfermedad estaba, pero que se trata de conseguir una mejor calidad de vida. Al principio del diagnóstico sentía ansiedad, cuando me preguntaban todos los días por cómo iba y cómo estaba, la gente de mi alrededor, también me angustiaba la sobreprotección y percibía que “daba pena”, aunque sé que la gente lo hace con cariño. Tengo diagnosticada una enfermedad neurodegenerativa, pero deseo luchar y mantener mi independencia y actividad. Palabra para alguien que acaba de recibir un diagnóstico: Vive





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