Historia 2: Idalmys Dayamis Reyes Rodríguez

 



HISTORIA 2: IDALMYS DAYAMIS REYES RODRÍGUEZ

A solo  días de cumplir mis  21 años se presentó ante mí un combate brutal, fueron  días muy difíciles para toda la familia. Esta historia al contarla, como siempre, me llena  de nostalgia porque este pasado se hace  inolvidable y presente.

Cuando somos jóvenes se quiere vivir como tal; nunca imaginamos padecer una enfermedad, sentir tan hondo dolor ingresar, en ese rollo ni se piensa ni es de agrado. Quizás por ese motivo negué algunas señales que acechaban; para mí eran causadas solo por cansancio, la fatiga del ejercicio, en ocasiones sucedía que tenía cambios al andar o al correr, alguna caída, tropezón, traspié. Cosas que nunca le di importancia. Hasta que,  luego de varios días de estrés, de desesperación, de profunda angustia a nivel personal, apareció lo inevitable; quizás todo esto provocó mi debut. Amanecí un día con parálisis facial, lenguaje tropeloso, no fluido; me costaba articular l a s palabras, fue necesario el ingreso, aunque realmente no quería tal cosa.

Comenzaron los interrogatorios, el examen físico, las pruebas complementarias, todo para corroborar los signos y síntomas que fueron descubiertos al examinarme; más las señales que ya venían presentándose en mi cuerpo y anunciando fallas en mi organismo. Era evidente mi padecimiento: Esclerosis Múltiple. En apenas creerme este diagnóstico, una enfermedad desmilinizante y todo lo que conlleva, me sentía vacía como zombie. ¿Es en serio? ¿Estás sucediendo?; fue aterrador pensando más en el problema familiar que en mi diagnóstico, pero tuve que enfrentarme a la verdad, a la realidad, por muy fuerte muy fuerte que fuera.

Tendría que cambiar estilos de vida, de alimentación, de rutina diaria de costumbres. Tantas dudas surgen, tantas preguntas, ¿aparecerá otro brote?; ¿Cómo sería mi vida en el futuro?, ¿estaría parapléjica?, ¿tendría trastornos visuales?, ¿usaría bastón o silla para andar?, ¿podría tener hijos?, ¿quién me ayudaría en caso necesario? incertidumbres sí, demasiadas.  Adaptarse a pensar que padeces una enfermedad crónica que no es común, que los tratamientos son ensayos clínicos fue desgarrador, te aterra. Pensaba y pienso en el futuro, ¿qué pasará? y cuando empiezo a conocer pacientes con diferentes grados de discapacidad, la fuerza que mostraban para vivir, lograr sus estudios, sus metas; me ayudó tanto  que no podía hacer otra cosa que no rendirme.

Pensé, hay que afrontar la realidad, dejar el dolor, la tristeza, los males. Aceptar mi vida acompañada por ella, la EM, siendo yo la que la domine, más unido a esto el pesar eterno y profundo de la pérdida terrible e inevitable de seres queridos. Acompañada por siempre, por ambos acontecimientos  y aceptándolo, soy capaz de seguir adelante con la esperanza en la medicina, los médicos, todo personal de salud, en los pacientes afectados por EM, en sus cuidadores, en la familia. Aceptar, no rendirse, te hace fuerte, cuentan.





Comentarios

Entradas populares