HISTORIA 24: ROCIO CORDOBA

 


HISTORIA 24: ROCIO CORDOBA 


Ante la pregunta de qué sentí al recibir el diagnóstico de Esclerosis Múltiple, decir que es una pregunta cuya respuesta es algo complicada y creo que, en dos años y medio, tal cual nunca me la han preguntado. Me refiero en sentido emocional, pero quizá, en alguna que otra ocasión, hayan querido saber qué he sentido físicamente.

La sensación es paralizante, recuerdo como si fuera ayer estar sentada en la cama del hospital con mi hermana y escuchar la palabra esclerosis múltiple. El mundo se paró, o por lo menos, el mío. Las siguientes palabras que dijo el médico se quedaron como en un segundo plano, igual que si se tratara de una película en la que hablan y hablan y solo se escucha murmullos de fondo.

Cuando desperté de ese impacto, y pasados varios días, fue ahí que me di cuenta de lo que era el diagnóstico. 

Mi vida cambió, no bruscamente, pues afortunadamente  me puedo permitir hacer las mismas cosas que hacía antes, pero está siempre esa sensación de incertidumbre, de que va a pasar, de cuándo va a pasar y de por qué ocurre esto.

Se siente mucho en un breve instante de tiempo, pasas de estar rodeada de gente con sus mejores intenciones para animarte, a llegar a sentirte sola por dentro, intentar buscar a personas que estén pasando lo mismo que tú porque ellos saben lo que se siente, pero a la vez, no querer ver la realidad de lo que puede llegar a pasar, si esas personas tienen más zonas afectadas. Y si se diera esa circunstancia, la cabeza empieza a trabajar preguntando ¿Esto me ocurrirá a mí? O ¿Cuándo me pasará? Y miles de preguntas más sin ninguna respuesta ni certeza.

Notas que la vida te aprieta un poco más fuerte, te da otro punto de vista que igual nunca habías previsto, las sensaciones de miedo, temor, incertidumbre son cada vez más claras, al igual que los buenos momentos se exprimen un poco más, ya que se intenta disfrutar al máximo. 

Sientes alegría, y es duro decirlo, pero sigues viva, la EM no te mata, luego cada cual elige como vivirla. Pero continúas disfrutando de la vida, con tu familia, con tus amigos y pensando que el diagnóstico pudo ser diferente. Y no es que me alegre de tener esta enfermedad, pero sí que me alegro de estar viva, y aunque tengo que lidiar con ella, cada mañana me levanto y es un día más.

Se siente de todo, los primeros pensamientos todos son malos, no lo puedo negar, pero luego empiezas a hablar con gente, conoces historias de superación fantásticas y cambia tu forma de ver. 

Y es por eso, que cada historia suma y que juntos somos más fuertes.


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