HISTORIA 28: MERCEDES RAMIL BLANCO
HISTORIA 28: MERCEDES RAMIL BLANCO
La primera semana de la pandemia, en pleno encierro, y tras llevar 2 o 3 años con adormecimientos en las manos y una pérdida de equilibrio considerable, gracias a una familiar que estudia 6º de medicina que me aconsejó empezar de nuevo a hacer pruebas, me hicieron una resonancia que reveló que tenía Esclerosis Múltiple.
Realmente llevo sintiendo que algo pasaba desde que tenía 28 o 29 años. He visitado infinidad de médicos, tanto públicos como privados. Cuando tenía 43 años visité a un médico, le conté que llevaba con dolores toda la vida, que me despertaba con sensación de hinchazón en el cuerpo todos los días y sus palabras fueron: “Mujer y 43 años, ya sé lo que tienes” y me fui para casa con un diagnóstico de depresión y ansiedad y un montón de antidepresivos recetados. Yo sabía que no podía ser eso, que debía haber algo más pero claro, cuando a mi marido y familia le dice un médico eso pues confían en su palabra “Lo dice un médico”.
He vivido la mayor parte de mi vida entre la incertidumbre y la incomprensión.
Para mí, el diagnóstico de Esclerosis Múltiple a los 52 años fue un alivio. Fue darle sentido y respuesta a las sensaciones que he experimentado desde los 28 años. Para mi familia, sin embargo, fue un gran palo. Les causó mucha sensación de culpabilidad haber confiado en la palabra de los médicos y no haberse dado cuenta que realmente yo tenía razón, había algo más.
Hoy en día la enfermedad avanza más rápido, la medicación no termina de ir del todo bien. En los últimos años he tenido que dejar de conducir y empezar a utilizar una silla de ruedas para tener algo más de autonomía. Ahora sí que considero que tengo depresión. El perder la autonomía ha supuesto un gran cambio para mí. La sensación de tener que depender de los demás para acudir a mis terapias me agobia. No quiero ser una carga para mi familia, pero hay que aceptar las cosas como vienen.
En el año 2021, un año después del diagnóstico, y pasada la peor fase de la pandemia, me hice socia de ACEM. En la asociación hago manualidades y Terapia Ocupacional para ganar motricidad y para compartir espacios con personas que tienen la misma enfermedad. La Fisioterapia la hago con una persona que lleva tratándome toda la vida, ahora sí, con un diagnóstico claro que hace que pueda ser más preciso el tratamiento.
Como conclusión quiero decir y reclamar, que a las mujeres se nos haga caso y se nos atienda como es debido cuando vamos al médico. Que no vale con relacionar siempre sus males con lo emocional y que no todo es ansiedad y depresión o que somos unas quejicas. Mi hija es Farmacéutica, y a día de hoy sabemos que se siguen probando los medicamentos en hombres y que todas las investigaciones se centran siempre en referentes masculinos, lo que lleva a que las mujeres quedemos desprotegidas en muchos ámbitos de la Medicina.
Seguiremos luchando y peleando Merche, un abrazo
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