HISTORIA 29: JUAN FARACO OTERO

 


HISTORIA 29: JUAN FARACO OTERO 

Nunca piensas que la vida te pueda cambiar de golpe, pero lo hace en el momento que menos te esperas. 

Tenía una buena posición, un buen trabajo que me gustaba y a mi familia, pero empezaron a aparecer los primeros signos de que algo no iba bien. Recuerdo que fue un día jugando al golf por negocios cuando me di cuenta de que no veía la bola. Por lo que decidí ir al médico a ver que era aquello tan raro que me estaba pasando, y tras mil pruebas de todo tipo en un proceso demasiado largo, pudieron identificar qué es lo que me pasaba, aunque sin atreverse a darme una respuesta definitiva, el resultado ya orientaba su forma: Enfermedad neurodegenerativa. No fue hasta un tiempo después cuando le dieron el nombre completo, Esclerosis Múltiple. 

Junto a ese golpe que trae asimilar que se tiene una enfermedad que te va a acompañar para toda la vida, se juntó que mi empresa, aquella de la que formaba parte y que había dado tanto por ella, empezó a desmoronarse, hasta llegar al punto de tener que cerrar. Después de estar en lo más alto, con un buen nivel adquisitivo, días de mucho trabajo y esfuerzo sin apenas parar, a encontrar que todo aquello que terminó de la noche a la mañana, y además tener de compañero aquello que llamaban Esclerosis Múltiple. 

Tuve que reajustar toda mi vida, ya no podía seguir viviendo en la misma casa, tuvimos que reorganizar la vida familiar, y a la vez asimilar todo aquello.

A los meses apareció una oportunidad de trabajo pero que venía con la condición de tener que mudarme a Gran Canaria, lejos de mi familia, pero lo hice para que a mis hijos no les faltara de nada. Y allí que me fui un año, donde tuve que empezar de cero y desde abajo, cuando yo había estado en lo más alto. Allí estuve un año, hasta que mi familia vino a vivir conmigo, con la mala suerte de que a la vez me propusieron un puesto de director en Madrid, algo que en principio rechacé, ¡acababa de venirse mi familia a vivir conmigo! Pero tras semanas de insistencia tuve que aceptar, por lo que acabé volviendo a Madrid, dejando a mi familia atrás otra vez.

Finalmente, tras esos años de asimilación de todo lo que había cambiado, tanto mi vida como la de mi familia, y de ajustarse a nuevas realidades constantemente, pudimos asentarnos de manera definitiva. 

Ahora soy una persona nueva, completamente diferente en mentalidad y en hábitos. Siempre estaré agradecido haber encontrado la Asociación, ya que me han enseñado tanto a lo largo de todos estos años, y me han ayudado mucho a darme cuenta de lo que de verdad importa y a mi mujer, Isabel y a mis hijos, Marina y Juan sin los que no habría conseguido levantarme de nuevo.





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