Historia 7- Isabel Blázquez Barco

 Tengo 62 años. Después de un largo tiempo con problemas de movilidad, sensibilidad, caídas…¡EUREKA! Por fin llega el diagnóstico: tienes EMPP, no hay cura ni tratamiento efectivo, los síntomas irán progresando y no se puede hacer nada más que aceptarlo y convivir con ello.

Adapto mis condiciones físicas y mentales a lo que me gusta: andar por la montaña, viajar, visitar museos, etc. Procuro olvidarme de mis capacidades anteriores.

Hay dos periodos en mi vida: A.E.M. y D.E.M.

Año II D.E.M.: esto progresa, es evidente, pero me encuentro fuerte mentalmente. Sigo andando por mi querida montaña y cumplo mi sueño de viajar a los Alpes italianos para ver el Monte Cervino. Mi familia me apoya y no deja que me venga abajo.

Aunque hay veces que me dejo ir y pienso: “qué mala suerte he tenido”, pero inmediatamente salgo de ese agujero de autocompasión y me digo: “Isa, ¡tú puedes! Eres fuerte y no olvides que no estás sola y, sobre todo, hay personas en peor situación que la tuya”. ¿Es un consuelo? Para mí, desde luego que sí.

En mi caso ha sido muy importante la ayuda de la asociación (ADEM Collado Villalba). Sus profesionales y, especialmente, los compañeros de “fatigas” hacen más llevadera la progresión de mi enfermedad. Me han enseñado que con voluntad, esfuerzo e interés puedo normalizar mis carencias físicas.

¿Qué me enseña esta enfermedad? Me demuestra que no soy de piedra, que todos estamos expuestos a fallos en nuestra salud, pero lo más importante ha sido el poder conocerme más a fondo, y comprobar mi fortaleza mental.





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